Rugendas Johann Fecha de Nacimiento(Defunción):Austria ( ) Johann Moritz Rugendas Descendiente de una ilustre familia de grabadores de Ausburgo, es probablemente el artista extranjero de la primera mitad del siglo XIX más interesante, porque su obra reúne todos los aspectos que en la de otros artistas son parciales. Después de su primera visita a América, en que acompañó como dibujante a la expedición del barón de Langsdorff en el Brasil, y de la cual salió el Viaje pintoresco al Brasil, de Huber (1827-1835), ilustrado con 100 litografías de Rugendas, el artista volvió a Europa (1825-1830) visitando Italia, Francia e Inglaterra, pues había concebido un vasto plan para editar una obra monumental que diese a conocer América en todos sus aspectos y solicitó ayuda económica para realizarlo. Pasó primero a Haití, en 1831, y después a México, en donde permaneció de 1831 a 1834, viajando por la República, visitando diferentes regiones, deteniéndose principalmente en la de Veracruz y viéndose envuelto al final en una conspiración en contra del presidente don Anastasio Bustamante, que le costó la cárcel y la expulsión del país. De México pasó a Chile (1834-1840), en donde produjo parte de lo mejor de su obra; después visitó Perú (1841-1844) y regresó a Europa en 1846, pero antes pintó el retrato de Pedro II en Brasil. Debemos a Federico Hernández Serrano un excelente artículo sobre Rugendas y sus pinturas que se conserva el Museo Nacional de Historia. De ahí los siguientes párrafos informativos: "Fruto de su estancia en la República Mexicana y de su recorrido por algunas de las regiones que hoy forman los Estados de Veracruz, Puebla, Hidalgo, México, Guerrero, Michoacán, Jalisco y Colima, fue una interesante colección de más de 1600 apuntes de los paisajes más característicos de cada una de las regiones visitadas. Para hacer más fácil y comprensivo su trabajo, se dividió y encerró en marcos geográficos de sugestivos nombres: Fisonomía de las Comarcas Costeras, La Región de las Sabanas, La Región de los Bosques, Las Altas Montañas, La Altiplanicie. Pintó, además, retratos de bellas criollas y arrogantes mestizos; apuntes magníficos de los tipos aborígenes, de los Estados que visitó cuadros costumbristas en donde encontramos los evocadores "mesones", escenas de arriería, patios de vecindad, tortillerías, trapiches ... ; ejecutó una interesante colección de notas que muestran el estado que guardaban algunos de nuestros más notables monumentos arqueológicos, coloniales y artísticos en la primera mitad del siglo xix, y legó a los americanistas y etnólogos una valiosa colección de pequeñas pinturas sobre los tipos aborígenes de Puebla, México y Veracruz". Esta última parte de su obra en México está dividida como sigue-. Habitantes del País, Los Criollos, Los Campesinos, Los Mestizos, La Vida de las Ciudades. Interesado vivamente en los usos y costumbres del país encontró temas apasionantes para cubrir los siguientes capítulos: Oficios en las Pequeñas Ciudades y Villas, La Milicia y el Estado Militar, EI Proletario en México, La Agricultura y los Campesinos, La Agricultura en la Altiplanicie y en los Climas Tórridos, La Cría de Ganado. Advertimos en su obra realizada en México una predilección por las regiones del Estado de Veracruz. La explicación de este hecho es clara: Rugendas fue magníficamente acogido en ese Estado por algunos coterráneos suyos establecidos en sus diversas poblaciones durante el gobierno de don Guadalupe Victoria, ya que para el afío de 1825 se hallaba organizada en Veracruz la Compañía Renana de las Indias Occidentales. Identificado, además, con el paisaje veracruzano, que se hallaba con más puntos de similitud con los que habla ampliamente estudiado en la cuenca del Amazonas y en algunas regiones de las repúblicas bolivarianas, encuentra al pintar los rincones del Estado motivos plásticos que están de acuerdo con su estilo vigoroso y magnífico colorido. Una mínima parte de esta obra se publicó más tarde en el libro Mexiko: Landschaftsbilder und Skizzen aus dem Volksleben (Paisajes y Tipos de México), editado en Alemania en 1855, del cual se hizo una segunda edición en Londres en 1858. Esta obra, poco conocida en México, consta de 18 litografías que representan panoramas, costumbres y tipos del país, sobresaliendo por su extraordinario interés artístico y documental las láminas: Puerto de Veracruz con el Castillo de Sán Juan de Ulúa, Aborígenes de Tierra Caliente, Región de Papantla, La Barranca de Santa María con los Altos del Mirador y el Volcán de Orizaba, Los Mestizos, Paseo de las Vigas, La Alameda (México), Paseo Público, Soldados Cívicos de Tierra Caliente y Fruteros, El Volcán de Colima. El texto escrito por Christían Sartorius, contiene conceptos elogiosos para la República. La obra está dividida en 24 capítulos y el sugestivo nombre de algunos de ellos nos da el índice de su interés. Treinta y siete pequeñas pinturas al óleo de Rugendas conserva el Museo Nacional de Historia, treinta de ellas son escenas veracruzanas; el conjunto se compone de doce retratos de seiíoras, sic de tipos, ocho son escenas costumbristas y diez paisajes, que incluyen algunas ruinas. Por la variedad, los diversos intereses de los temas, por su sentido investigador, a Rugendas se le ha llamado "El Humboldt de la Pintura en América", mas lo importante para nuestra historia es que su expresió tiene una calidad artística auténtica. Ya el crítico norteamericano Walter Pach había hecho notar que el arte de Rugendas tiene alguna de las grandes cualidades que distinguen la obra de Delacroix y así es, en efecto, en primer lugar po la riqueza del color y el sentido de los contrastes dramáticos, pero además por la factura misma por la pincelada suelta a la manera ¡inpresionista, por el expresionismo que se advierte en los llama dos "apuntes", por los juegos de luces, por el movimiento y vida que tienen sus escenas costumbrista y aun sus paisajes, por el efectismo y la menumentalidad de sus composiciones, todo lo cual encaj bien en lo que a Delacroix gustaba sobre todo: los grandes efectos teatrales de la pasión. En este sentido Rugendas es una excepción en su tiempo y en la serie de artistas de la primera mitad del siglo xix que visitaron a México. Y claro está que un clasicismo de fondo no le es ajeno, como tampoco falta en Delacroix; además, el movimiento que da a sus figuras hasta recuerda de lejos los barroquismos goyescos. Por otra parte, su extraordinaria habilidad y su manera de expresión se prestaban justamente para captar con rapidez cuanto el inteligente viajero y el artista veían por estas tierras americanas. La belleza frondosa y al mismo tiempo delicada de las criollas es puesta de manifiesto por Rugendas en sus retratos de señoras mexicanas; las vivas pinceladas de Rugendas y los efectos de luz dan un aire sensual y lleno de encanto al conjunto, que hace pensar en las odaliscas de Delacroix. Calidad de pintura excelente tiene asimismo el retrato de la monja María Concepción de los ángeles (Rosa Ochoa) (1833), que no sólo recuerda a Delacroix, sino, conservando las distancias, a su continuador en cierto modo, a Manet. Movimiento, contraste y vida tiene la obra "el Salteador de diligencias"; la gracia de expresión goyesca aparece en la Corrida de Toros en la plaza de San Pablo, México; y en la escena de la Alameda de México en un día de paseo por la mañana. Todas estas pinturas fueron ejecutadas en 1833. En los paisajes el carácter monumental corresponde a la grandiosidad de la naturaleza, Rugendas fue un artista con sentido de lo grandioso. Costumbres, tipos, paisajes, arqueología y retratos son los temas que Rugendas abarcó, es decir, todo lo que interesaba más vivamente al tiempo, lo que podía estimular la imaginación de los europeos que no conocían a América y que el artista, con verdadero sentido poético, les reveló. |