Gabriel Orozco Año: 2004 Director(es):Juan Carlos Martín GABRIEL OROZCO Dirección, Producción, Guión: Juan Carlos Martín; Fotografía: Federico Barbabosa; Música: Manuel Rocha; Edición: Gabriel Rodríguez de la Mora; México, 2002, 80 min Premios y Nominaciones: 2003, Ganador al Ariel de la Academia Mexicana por Mejor Opera Prima; 2003, nominado al Ariel de la Academia Mexicana por Mejor Largometraje Documental; marzo 2003, Mayahuel en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara por Mejor Director, Sonido y Película; 2003, Ganador al Premio Iberoamericano del Festival Internacional de Cine de Miami; 2003, Ganador al Mejor Documental por el Festival de Cortometraje y Documentales de Cine Internacional de Guanajuato; 2003, Mención Especial en el Festival Internacional de Cine de Morelia por Mejor Música Original y Sonido ------------------------------------------------------------------ http://www.revistacinefagia.com/mexico022.htm Gabriel Orozco (julio 1, 2004) Por: César Amador camadorz@yahoo.com.mx En la Muestra de Cine Mexicano de Guadalajara del año 2002, una cinta causó enorme sorpresa por su frescura y originalidad (al menos para el cine mexicano). Juan Carlos Martín, director de comerciales y video-clips, alcanzó apenas a llegar a Guadalajara con una primera versión de Gabriel Orozco (Juan Carlos Martín-2002), sin esperar nada más que una plataforma de exhibición para un documental sobre un artista (petulante palabra, pero que aquí aplica sin el menor pudor) mexicano prácticamente desconocido en el país. Pero Martín salió con el Mayahuel a Mejor Película y en la entrega de los premios Ariel de la Academia en ese mismo año salió con una estatuilla a Mejor Documental y Mejor Ópera Prima. Y a dos años de estos éxitos locales, Artecinema rescata la cinta y la estrena de manera comercial, en plena difusión de blockbusters estadounidenses de verano. Este tipo de estrategia a veces le funciona a las distribuidoras que no tienen títulos grandes con los cuales competir con las películas que llegan con más de 200 copias. Saturadas las salas con películas similares, los asistentes a los cines tienen pocas opciones. Esa es la apuesta de Artecinema con la ópera prima de Martín. Ya veremos si la estrategia da resultado. Dos factores se conjugaron para que Gabriel Orozco obtuviera el Mayahuel en Guadalajara. Uno, que la calidad de las películas de ficción era muy pobre (si acaso El Sueño del Caimán, de Beto Gómez, llamó medianamente la atención), y dos, que descubrir a Orozco fue una verdadera sorpresa. El documental inicia con imágenes del artista en un taller en Europa, hablando sobre su idea de la creación artística, al momento en que lo vemos en plena faena. Parece más bien un carpintero, o un herrero, platicando de futbol o sobre mujeres, que un artista en el momento de la creación. Martín sabe muy bien lo que va a contar y el inicio no pudo haber sido más claro: un artista mexicano fuera de México, creando como si estuviera maquilando y hablando como si no lo estuvieran escuchando. Poco a poco, Orozco empieza a interactuar con la cámara (proceso de montaje, decisión del director, más que del artista plástico) y nos vamos metiendo en su mundo. O mejor dicho, Martín nos lleva de la mano hacia el mundo de Orozco. Y lo hace de la mejor manera posible: adaptando el estilo visual del artista. La cámara de Federico Barbabosa reconoce rápidamente el estilo de Orozco y se deja influir por el artista, dejando de lado la fotografía edulcorada y decidiéndose por un estilo más pictórico, académico pero a la vez arriesgado para un documental. Por su lado, Martín hace sentir su presencia a través del mismo artista. De hecho, nos sentimos en un documental solamente cuando nos muestra testimonios de otras personas (escritores, amigos de Orozco, curadores, dueños de galerías, etc.), ya que nos involucra directamente con el artista, a quien seguimos como se hace a un personaje de ficción. La diferencia es que aquí no hay drama (no en el sentido estricto del término), sino una búsqueda estética del propio director, contraponiendo su obra (en este caso, la película) con la de otro artista (Orozco mismo, sirviendo como objeto y sujeto de estudio a la vez). Este experimento de Martín, audaz por decir lo menos, es lo que hace de Gabriel Orozco una cinta tan fresca y original en el cine mexicano (alejada del folklorismo de Juan Carlos Rulfo y su segundo intento por encontrar a su padre, Del Olvido al No Me Acuerdo). Juan Carlos Martín siguió a Gabriel Orozco por varios países, en distintas exposiciones y lo acompañó en un viaje a Oaxaca, de donde el artista se llevó botellas vacías de cerveza (desnudadas previamente de su etiqueta), corcholatas y cientos de kilos de arena. ¿Para qué? Para provocar con una instalación en Amsterdam, donde recrea, de una manera muy peculiar, la playa donde se emborrachó apenas unas semanas atrás. Y así como Orozco nos sorprende al saber manipular lo mismo el diseño de un automóvil que la superficie de una calavera, Martín nos asombra al saber equilibrar las ideas del artista con su obra, la música con su estilo y la imagen con la idea. Gabriel Orozco es, en suma, un claro ejemplo de lo que se puede hacer con una cámara de video digital, un buen fotógrafo, un excelente director y la complicidad del sujeto. Y con tiempo. Mucho y muy valioso tiempo. GABRIEL OROZCO Dirección, Producción, Guión: Juan Carlos Martín; Fotografía: Federico Barbabosa; Música: Manuel Rocha; Edición: Gabriel Rodríguez de la Mora; México, 2002, 80 min Premios y Nominaciones: 2003, Ganador al Ariel de la Academia Mexicana por Mejor Opera Prima; 2003, nominado al Ariel de la Academia Mexicana por Mejor Largometraje Documental; marzo 2003, Mayahuel en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara por Mejor Director, Sonido y Película; 2003, Ganador al Premio Iberoamericano del Festival Internacional de Cine de Miami; 2003, Ganador al Mejor Documental por el Festival de Cortometraje y Documentales de Cine Internacional de Guanajuato; 2003, Mención Especial en el Festival Internacional de Cine de Morelia por Mejor Música Original y Sonido |