Lolo Año: 2004 Director(es):Francisco Athié LOLO Dirección, Guión: Francisco Athié; Producción: Gustavo Montiel; Fotografía: Jorge Medina; Música: Juan Cristóbal Pérez Grobet; Edición: Tlacatéotl Mata; Con: Roberto Sosa (Lolo), Lucha Villa (doña Rosario, mamá de Lolo), Damián Alcázar (Marcelino), Alonso Echánove (Alambrista), Alicia Montoya (Doña Luz), Teresa Mondragón (Doña Marta), Esperanza Mozo (Sonia), Leonardo Hernández (Bobo) México, 1992, 88 min Premios y nominaciones: Festival de Cine de La Habana (Premio Coral a Mejor Ópera Prima), Cuba, 1992; Festival de Cine Mexicano de Guadalajara (Premio FIPRESCI), México, 1993; Festival Internacional de Cine de Valencia, España, 1993; Festival de Cine Latino de Nueva York, Estados Unidos, 1993; Festival de Cine del Mundo de Montreal, Canadá 1993, Festival Internacional de Cine de Edimburgo, Escocia, 1993; Festival Internacional de Cine de Biarritz, Francia, 1993; Festival de Cine de Quebec, Canadá 1993; Festival de Cine de Río de Janeiro, Brasil, 1993; Festival de Festivales de Toronto, Canadá, 1993; Festival Internacional de Cine de Tokio, Japón 1993; Festival Internacional de Cine de Chicago, Estados Unidos 1993; Festival Internacional de Cine de Gante, Bélgica, 1993; Festival Internacional de Cine de São Paulo, Brasil, 1993; Festival Internacional de Cine de Vancouver, Canadá, 1993; Festival Internacional de Cine de Viena, Austria, 1993; Festival Internacional de Cine Iberoamericano de Huelva, España, 1993; Festival Internacional de Cine de Amiens, Francia, 1993; Festival Internacional de Cine de Londres, Gran Bretaña, 1993; Festival Internacional de Cine de Puerto Rico, 1993; Semana de Cine Mexicano del Instituto Ítalo Americano de Roma, Italia 1993; Premio Ariel a Mejor Coactuación Masculina (D. Alcázar). Academia Mexicana de Arte y Ciencias Cinematográficas, 1994 Lolo (enero 20, 2005) Por: José Luis Ortega Torres joseluis@revistacinefagia.com Desde el súbito impacto de la multipremiada cinta Amores Perros, el miedo implícito por retratar la marginalidad de la ciudad de México se convirtió en explícita moda. De ahí se desprendieron una buena cantidad de títulos que de irregular forma y peor contenido intentaron hacer su propia lectura del arrabal que nos rodea, con la salvedad de que la visión de los realizadores encargados de plasmarla, fue la de un grupo de personas (productores, directores, guionistas) que parecen ser un extraño híbrido entre publicista, yuppie y junior neoliberal, dando como resultado de esta mezcla in vitro una masa amorfa y hueca que le dio por autonombrarse “cineasta”, pero cuyos resultados en pantalla sólo dan cuenta de ellos como meros encadenadores de imágenes. No, mis palabras no son fruto de la amargura, ni de la frustración y tampoco de banal envidia; simplemente son el resultado de la estupefacción –cuando no sonora carcajada– al ver en pantalla una ciudad de México inexistente o, cuando menos, equivalente a la foxilandia que el dúo dinámico Chente-Martha se han empeñado en restregarnos en la jeta durante los últimos cuatro años. Para muestra muchos botones, todos ellos meros pretextos para jugar al cinito, para divertirse haciendo maldades como el diablito de Eugenio Derbez (léase la bobalicona Nicotina, la falsísima Manos Libres, las retas al alimón de Cero y Van Cuatro y la soberana estupidez de Santos Peregrinos, por mencionar sólo las del 2004), peliculitas (así, en diminutivo) que jamás se erigirán como un reflejo real, consciente y sobre todo comprometido de lo que es la ciudad de México y cuya única retribución merecida es el inmediato olvido. Todos ellos defectos que saltan aun más a la vista después de ver una obra modesta pero contundente como Lolo, ópera prima del director Francisco Athié y producida por el Centro de Capacitación Cinematográfica. Aun cuando Athié es egresado de la Ibero (en Relaciones Industriales), de la Academy of Live and Recording Arts de Londres y del CCC, desde muy joven mantuvo contacto con gente de barrios marginados y chavos banda, lo que ayudó a conocer el medio natural en que se desenvuelven, con todo y sus reglas sectarias a seguir y respetar, experiencias que dejaron como resultado una lluvia de anécdotas que contar y que se vieron plasmadas en el guión de Lolo. Dolores Chimal, o Lolo para toda la banda y familia, es un obrero inconforme con las condiciones de trabajo y el raquítico sueldo, situación que le hace blanco de la enemistad del dirigente de la fábrica donde labora. Un día de raya es asaltado y golpeado, por lo que debe de pasar una semana hospitalizado en la Cruz Roja, lo que desespera a su madre, quien cree se ha largado de juerga. Las faltas son aprovechadas para despedirlo, por lo que la situación económica de Lolo y su familia es cada vez peor. Improvisado como ayudante de organillero de su amigo El alambrista, Lolo se entera que su madre debió empeñar su reloj (regalo de cumpleaños) para sacar adelante a la familia mientras él convalecía y ahora no se quita de la cabeza la idea de recuperarlo, por lo que una noche entra a la casa de doña Luz, mezquina avara que vive con su hermana solterona, misma que descubre a Lolo robando, por lo que éste la asesina. La anécdota resulta cruda de tan simple, pero su crudeza resalta porque es tremendamente real. Filmada en alguna de las tantas colonias marginadas de la Delegación Gustavo A. Madero, no es tanto una denuncia como un amargo pasaje en la vida cotidiana de cualquiera de las familias que ahí habitan. Una madre constantemente afligida y sin dinero; una hermana punketa, drogadicta y raterilla que de esa forma ayuda a Lolo a mantener la casa; dos hermanos pequeños cuyo futuro no augura nada bueno. Un mundo hermético en sus reglas y asfixiante en sus verdades que se sostiene de alfileres para no caer al vacío, pero que da todas las oportunidades a la desgracia para cebarse en sus raquíticos inquilinos. La esperanza no existe para Lolo, ni en su futuro de organillero, ni como probable policía, como Marcelino, ex chavo banda convertido en representante de una ley miserable, servil, agrietada y agusanada por los usos y costumbres de la corrupción y el servilismo, y que de remate, le anda dando sus arrimones a la sabrosona prima de Lolo, la clásica buenota del barrio que por el simple hecho de serlo se convierte ipso facto en el premio mayor y sueño húmedo de otros Lolos sin expectativas. Esperanza que tampoco existe en el amor fresco y virginal que cree encontrar en Sonia, porque éste será sacrificado al mejor postor con tal de poder escapar de un lugar que no es el infierno, sino un purgatorio diario que no brinda concesiones y donde el pez más listo se come al Bobo, no por ojete, sino por falta de elección. El círculo de injusta marginalidad no se cierra jamás: un inocente saldrá de la cárcel porque otro pagó los platos rotos. El culpable es más bien víctima de un destino que no pidió vivir y que se esparce como peste, contagiando también a los que están cerca de él. La Ley se hace de la vista gorda y la calle sigue dictando sus códigos de honor, mientras que un destartalado camión anuncia un futuro tan desvencijado como él. Pedirle a los extraños híbridos de los que hablábamos al inicio que salgan de su burbuja y se atrevan a conocer in situ las situaciones y personajes que tan mafufamente describen creyendo que son crueles, desgarradores y/o reveladores sería ofenderlos por sacarlos de foxilandia, pero por lo menos deberían acercarse y apreciar una película hecha con los hue... LOLO Dirección, Guión: Francisco Athié; Producción: Gustavo Montiel; Fotografía: Jorge Medina; Música: Juan Cristóbal Pérez Grobet; Edición: Tlacatéotl Mata; Con: Roberto Sosa (Lolo), Lucha Villa (doña Rosario, mamá de Lolo), Damián Alcázar (Marcelino), Alonso Echánove (Alambrista), Alicia Montoya (Doña Luz), Teresa Mondragón (Doña Marta), Esperanza Mozo (Sonia), Leonardo Hernández (Bobo) México, 1992, 88 min Premios y nominaciones: Festival de Cine de La Habana (Premio Coral a Mejor Ópera Prima), Cuba, 1992; Festival de Cine Mexicano de Guadalajara (Premio FIPRESCI), México, 1993; Festival Internacional de Cine de Valencia, España, 1993; Festival de Cine Latino de Nueva York, Estados Unidos, 1993; Festival de Cine del Mundo de Montreal, Canadá 1993, Festival Internacional de Cine de Edimburgo, Escocia, 1993; Festival Internacional de Cine de Biarritz, Francia, 1993; Festival de Cine de Quebec, Canadá 1993; Festival de Cine de Río de Janeiro, Brasil, 1993; Festival de Festivales de Toronto, Canadá, 1993; Festival Internacional de Cine de Tokio, Japón 1993; Festival Internacional de Cine de Chicago, Estados Unidos 1993; Festival Internacional de Cine de Gante, Bélgica, 1993; Festival Internacional de Cine de São Paulo, Brasil, 1993; Festival Internacional de Cine de Vancouver, Canadá, 1993; Festival Internacional de Cine de Viena, Austria, 1993; Festival Internacional de Cine Iberoamericano de Huelva, España, 1993; Festival Internacional de Cine de Amiens, Francia, 1993; Festival Internacional de Cine de Londres, Gran Bretaña, 1993; Festival Internacional de Cine de Puerto Rico, 1993; Semana de Cine Mexicano del Instituto Ítalo Americano de Roma, Italia 1993; Premio Ariel a Mejor Coactuación Masculina (D. Alcázar). Academia Mexicana de Arte y Ciencias Cinematográficas, 1994 |