Gente Comun Año: 2004 Director(es):Ignacio Rinza GENTE COMUN Dirección: Ignacio Rinza; Guión: José Carlos Gutiérrez; Producción: Felipe Pérez Arroyo; Fotografía: Eugenio Cañas; Música: Fernando Ruiz Axioma, Lazcano Malo, Lost Acapulco; Edición: Moises Ortíz Urquidi; Con: Luis Felipe Tovar (El Papi), Fernando Ciangherotti (El Gringo), Carlos Samperio (El Triste), Flavio Peniche, Alan Ciangherotti, Gibrán González, Alexa Benedetti, Alejandro Ciangherotti, Mario de Jesús, Patricia Romero, México, 2004, 95 min. ---------------------- http://www.revistacinefagia.com/mexico026.htm Gente Común (noviembre 29, 2004) Por: Marco González Ambriz - marco@revistacinefagia.com Hace diez años, cuando el "nuevo cine mexicano" -que dicho sea de paso empezó en 1965 con el Primer Concurso de Cine Experimental- tuvo sus primeros éxitos comerciales con películas como Sólo con tu Pareja o La Tarea, el equipo conformado por Gilberto Martínez Solares y su hijo Adolfo, ambos de amplia trayectoria en la cinematografía popular nacional, trató de aprovechar esta circunstancia lanzando una cinta que se llamó Mujeres Infieles y que supuestamente formaba parte de esa nueva tendencia. Sin embargo, el experimento fracasó porque el "nuevo cine" no era ni de lejos la mina de oro que se suponía y también porque la cinta de los Martínez Solares era mucho más parecida al resto de su obra que a lo filmado por Alfonso Cuarón o Jaime Humberto Hermosillo. Mujeres Infieles al menos tenía el mérito de intentar algo diferente dentro de la agotada fórmula de los judiciales justicieros y los cómicos albureros, al estar conformada por tres historias diferentes que tenían un punto en común: la liviandad de sus protagonistas femeninas. Sin embargo, el incipiente público clasemediero del "nuevo cine mexicano" no mordió el anzuelo porque un vistazo al elenco bastaba para confirmar que en realidad se trataba de una película de corte netamente popular. Entre los actores estaban Lina Santos, Roberto Ballesteros, Hugo Stiglitz y Angélica Chaín, ninguno de los cuales figura en el santoral de actores intensos y poco agraciados que tanto le gustan a los egresados del CUEC y del CCC. Además, la estética de la película tampoco presentaba ninguna novedad frente al grueso del cine de los Almada. Lo más rescatable de Mujeres Infieles era el desnudo injustificado pero bienvenido que Claudia Vega nos regaló en uno de los segmentos. Menciono esto antes de comentar Gente Común, producción reciente que actualmente busca distribución, porque la situación de sus productores es similar a la de los Martínez Solares hace una década. En aquel entonces los productores privados, los que formaban parte de dinastías como los Galindo y los De Anda, vieron cómo la industria del cine mexicano, que durante años se había mantenido a flote gracias al público del barrio y de las rancherías, finalmente se derrumbó. El mercado emergente del video le permitió a muchos productores continuar con la explotación de este público, con películas similares a las de los 80 pero con menos presupuesto, hasta que en los últimos dos años este tipo de producciones ha dejado de ser costeable y sobrevive gracias a la terquedad de los involucrados. Una vez más los productores especializados en cine popular buscan aprovechar el relativo éxito que este "nuevo cine" ha tenido para conseguir que sus obras tengan una adecuada distribución en salas y que sean reconocidas como obras serias, que no por tener un origen popular deban ser consideradas de segunda. Claro que también hay una gran diferencia entre la situación actual de la cinematografía nacional y la que prevalecía en 1994. Por otra parte, Gente Común no se parece en nada a Mujeres Infieles. Para ser sincero, el único aspecto en que la película de los Martínez Solares le gana a Gente Común es que en esta última Claudia Vega no sale encuerada. En todo lo demás, Gente Común se distingue por asimilar la influencia de cinematografías foráneas, en particular el estilo de directores como Guy Ritchie y Quentin Tarantino, que también hemos visto recientemente en películas mexicanas como Nicotina, Matando Cabos y hasta cierto punto Cero y Van Cuatro. En todas las cintas antes mencionadas se utiliza la misma dosis de humor negro, violencia y cinismo para entrelazar las historias de diferentes personajes, que se encuentran por azar, situación con constantes saltos en la narración, avanzando y retrocediendo en el tiempo, pasando de un estrato social a otro, por lo general con recursos visuales tomados del videoclip para hacer más atractivo el espectáculo. Sin embargo, lo que en Nicotina y Matando Cabos es una imitación tan fiel que está siempre a un paso de caer en el fusil (como el mismo Quentin Tarantino ha hecho, apropiándose personajes, música y secuencias enteras de películas japonesas, suecas, chinas e italianas), y en Cero y Van Cuatro es una influencia más discreta, en Gente Común se traduce en un híbrido entre el estilo videohomero tradicional, donde la falta de grandes recursos, la búsqueda de la claridad narrativa y las prisas hacen que predominen los planos abiertos, y el estilo más rebuscado del cine hollywoodense actual, que ha desechado sus raíces teatrales en favor de una edición frenética, filtros para lograr efectos variados y muchas veces innecesarios, pantalla dividida, etc. Esto se extiende a la musicalización, ya que en la banda sonora de Gente Común se incluyen rolas de Lost Acapulco y Lazcano Malo que sirven como contrapunto / comentario / burla de lo que vemos en pantalla. Pero el principal elemento en el que se nota esta voluntad del cine popular mexicano de dejar atrás la comodidad del terruño -en sentido literal y figurado- para asomarse al mundo y atreverse a hacer algo parecido a lo que se hace en Inglaterra o Estados Unidos es en el argumento. Esto, que parece poca cosa, es significativo si tomamos en cuenta que el cine mexicano popular se había mantenido al margen de lo que sucedía en otras latitudes. Aunque esto le daba a la cinematografía nacional un estilo propio también fue uno de los factores que lo marginó cuando el público empezó a preferir lo vistoso de las películas extranjeras. De hecho, el mismo argumento de Gente Común anuncia esta voluntad de de reconocer la presencia foránea en México desde el momento en que elige a criminales de varios países como protagonistas de la historia. En el enfrentamiento entre asociaciones delictivas que es el eje del guión escrito por José Carlos Gutiérrez figuran coreanos, colombianos, gringos y cubanos, recordando la banda multinacional de Masacre en el Río Tula. A esta colección de personas en su mayoría dedicados al contrabando en el Centro de la Ciudad de México, se le añaden mexicanos con la misma tendencia a resolver todo a balazos, como es el caso de los hermanos De la Rosa (Alan Ciangherotti y Gibrán González), uno coco y el otro grifo, o el asesino a sueldo conocido como El Triste (Carlos Samperio), así apodado porque no puede evitar el llanto cada vez que elimina a alguien (y si les parece que esto es sospechosamente parecido a Crying Freeman, personaje de la cultura popular japonesa, es probable que esté tomado de ahí). En Gente Común los antihéroes no son todos hombres, también las mujeres son peligrosas. Como un ejemplo de esto tenemos a Angel, que se sirve de su belleza para tomar desprevenidos a los hombres que asesina, o la amante del Gringo (Fernando Ciangherotti), que se le ofrece al Triste sin el menor pudor, a sabiendas de lo que esto puede provocar dentro de la organización. Todos ellos se presentan mediante pequeñas secuencias que los muestran llevando a cabo sus actividades cotidianas. El Papi (Luis Felipe Tovar), el principal enemigo del Gringo, aparece ajusticiando a un traidor. Los hermanos De La Rosa apenas logran levantarse, mientras se pelean echándose en cara sus respectivos vicios, pero a la hora de matar a un cristiano son muy eficientes. Como ya se está volviendo costumbre en el cine mexicano, todos estos personajes, que al inicio no tiene relación entre sí, acabarán por enfrentarse en una complicada red de venganzas y traiciones. Parte del mérito de Gente Común es que su historia no es previsible. A diferencia de ejemplos anteriores del cine mexicano de acción, cuyas tramas podían llegar a ser muy complicadas (por ejemplo, El Hombre de Medellín) sin que esto significara que eran moralmente ambiguas, aquí no se puede clasificar a los personajes en buenos y malos. Todos pueden morir y uno de los defectos de la cinta es que al final el guionista no deja títere con cabeza, desechando personajes que podrían aprovecharse en otras historias. En esta mezcla de ambición por explorar rumbos nuevos y cine de género se incluye a un narrador que a veces sale sobrando. Cuando habla de las circunstancias que llevaron a Angel a su actual estilo de vida, el texto sirve para informar al espectador de algo que no tendría por qué mostrarse en pantalla, pero son más las ocasiones en que esta voz en off se pierde en divagaciones filosóficas que no guardan relación con las acciones de los personajes. Otro problema es el ritmo. Al principio todo está muy bien. Se presenta a los personajes y uno espera que la tensión aumente mientras las traiciones se acumulan y los rencores salen a la superficie, con un elevado número de víctimas inocentes y no tanto. Sin embargo, una vez que se establecen los diferentes bandos, se sigue con el mismo tono que al inicio. Los hermanos De la Rosa, que tienen una presentación extensa, tienen una participación más bien discreta durante el resto de la cinta. Lo demás son fallas pequeñas: el logo de Canal Once en el micrófono de una reportera de nota roja, el doblaje con acento japonés tipo Señorita Cometa del actor coreano, etc. Por otro lado, hay pequeños detalles que tal vez no llamen la atención del respetable, como el uso de la elipsis para contar la venganza del cubano o la forma en que el Triste rompe su código de honor, pero que están bien manejados y demuestran el oficio de los creadores. Dentro de la serie de películas bajo el rubro de La Raza Dorada, Gente Común se puede considerar un primer paso, con los errores que son normales cuando se pasa de un método de trabajo a otro, pero que apunta lo que en un futuro se puede convertir en una propuesta que pueda alimentar la necesidad de los exhibidores mexicanos de películas nacionales. Para mi gusto Perra Sociedad, la segunda cinta de La Raza Dorada, está mejor lograda y espero que pronto esté lista la tercera, El Nahual, con lo que regresaría a la pantalla grande el género del terror, que ha dado buenos frutos al cine mexicano pero que en los últimos años no ha visto la suya. Hasta donde sé Gente Común todavía no tiene fecha de estreno pero es lógico pensar que si Desnudos y Avisos de Ocasión llegaron a la cartelera sin mayores problemas, pese a ser horribles, entonces no debe haber obstáculo para que este primer esfuerzo de La Raza Dorada compita con los otros estrenos mexicanos. |