Manos libres Año: 2004 Director(es):José Buil Manos Libres (diciembre 3, 2004) Por: Rebeca Jiménez Calero rebeca@revistacinefagia.com Me parece que en el cine mexicano actual hace falta la participación de un profesional que durante muchos años fue muy socorrido y que ahora ha caído injusta y desgraciadamente en el olvido: me refiero al dialoguista. Relegado por los argumentistas y guionistas que creen que pueden hacerlo todo, el dialoguista no existe más. Para destacar la importancia de este desaparecido personaje mencionaré dos ejemplos encomiables: el de Pedro de Urdimalas, quien escribió los diálogos para las películas más representativas de la dupla Pedro Infante-Ismael Rodríguez, Nosotros los Pobres, Ustedes los Ricos, A Toda Máquina, ¿Qué Te Ha Dado Esa Mujer?, Los Tres García y Vuelven los García, entre otras. El segundo ejemplo es el de Juan García Peralvillo, quien junto al director Gilberto Martínez Solares, escribió algunas de las comedias más desaforadas protagonizadas por Germán Valdés Tin Tan: Calabacitas Tiernas, No Me Defiendas Compadre, El Rey del Barrio, El Ceniciento, La Marca del Zorrillo, El Revoltoso y El Bello Durmiente, por mencionar algunas. El trabajo de De Urdimalas y García era de suma importancia para dotar de alma a sus personajes, para hacerlos cercanos, humanos, verosímiles. El carpintero de barrio encarnado por Pedro Infante y el pachuco de Tin Tan serían impensables sin la labor de estos dos hombres. Esta larga introducción sirve para argumentar el por qué creo que Manos Libres, la película más reciente de José Buil, adolece de la falta de un buen dialoguista que haga más creíble la historia, ya que una buena idea y un buen guión pueden resultar fatales si no se sostiene en diálogos verosímiles, más cuando, como en este caso, se intenta retratar un caso que podría suceder en realidad: el de un secuestro y sus posteriores consecuencias. La trama, ubicada en la Ciudad de México, cuenta la historia de Marcelo y Axel, dos chicos Ibero a quienes le es imposible sacar más dinero a sus papás para drogarse e irse a Acapulco (¿será que esta situación llegue a suceder en realidad?), por lo que planean un secuestro fingido. La búsqueda de la víctima ideal es un centro comercial en donde no tardan en descubrir a las quinceañeras Aída y Betty, quienes tardan seis segundos en caer en la trampa de los delincuentes. Betty, la más dispuesta a entablar amistad con los muchachos, es la elegida; lo que ellos no saben es que la susodicha no es rica, y que su padre no es más que un periodista –al parecer de espectáculos– del diario Milenio. Desde sus créditos iniciales, sabemos que se trata de una película que abordará el tema del secuestro a manera de denuncia, lo cual no creo que sea malo, por el contrario, una de las funciones del cine es la de reflejar la realidad del lugar y la época en la que es producido. Pero creo que tanto Buil como su esposa Maryse Sistach, autora del guión, necesitan ser más cuidadosos tanto con los diálogos como con la dirección de arte. Y es que en cierto momento, la película guarda un extraño parecido con el programa de Eugenio Derbez La Familia Peluche, con todo y sirvienta igualada –se acordarán de esto cuando vean la primera escena en casa de Aída–. El problema es que no se trata de una parodia, como en el caso mencionado, sino de un filme que se quiere “real”. Al igual que en Perfume de Violetas –dirigida por Sistach–, las relaciones de amistad entre los protagonistas son bastante raras. Y es aquí donde radica la principal falla de este matrimonio de realizadores: en asumir que los adolescentes y los jóvenes hablan, se visten y actúan de cierta manera que ellos consideran apegada a la realidad, cuando se ve que nunca se preocuparon por investigar cómo se comporta verdaderamente la gente que retratan en sus películas. Asimismo, hay una infinidad de cabos sueltos e incoherencias en la trama: ¿qué sucedió la noche anterior de la que tanto hablan Marcelo y Axel? ¿Cuál es el fin de insinuar una cierta pulsión homosexual?, ¿por qué Marcelo termina utilizando su propio celular para realizar la extorsión?, ¿cómo es que sus padres no se han dado cuenta que trae un BMW que no le compraron?, ¿por qué Aída permite que la sirvienta y el chofer la traten así?, ¿por qué la mamá de Betty va a trabajar con peinado de salón?, ¿por qué Marcelo calienta la cocaína antes de inhalarla? y la incógnita más grande de todas, ¿por qué se decidió incluir a Alejandro Fernández en la cinta y se le da un crédito en ella? Quiero pensar que esta última cuestión se debió a un favor personal, pero ¿por qué tenemos que sufrir todos la insoportable presencia del “Potrillo”, por mínima que sea? Con todo, creo que Manos Libres es una película bien intencionada y como mencioné en un principio, la idea e incluso el guión no me parecen malos –salvo por las cuestiones arriba mencionadas–, sin embargo, no es suficiente tener buenas intenciones para sacar avante un proyecto. Se debe tener mucho cuidado para evitar que los diálogos y las situaciones caigan, como en este caso, en el humor involuntario; más cuando se está abordando un tema tan delicado y tan actual. MANOS LIBRES (NADIE TE HABLA) Dirección: José Buil; Guión: José Buil, basado en un argumento original de Maryse Sistach; Producción: Maryse Sistach; Fotografía: Servando Gajá; Música: Eduardo Gamboa; Edición: José Buil; Con: Alejandro Gamboa (Rodrigo), Luis Gerardo Méndez (Marcelo), José Carlos Femat (Axel), Ana Paula Corpus (Betty), Gloria Ortíz (Aída), Verónica Merchant (Ofelia) México, 2004, 95 min. RESEÑAS ANTERIORES |