LETICIA CORTÉS

Guadalajara, 22 de agosto de 1980. Es estudiante de la licenciatura en Letras Hispánicas y realizó un Diplomado en Creación Literaria en la Escuela de escritores SOGEM de Guadalajara. Fiel lectora de Baudelaire, versar para ella significa emprender el vuelo hacia una enfermedad venérea: la poesía. Ha publicado en la antología de poesía Bocablo, en las revistas literarias Nuestra casa, y Reverso, de Guadalajara; en Ananke, de Aguascalientes; en El Muro, de La Paz, Baja California; en La Nuez, de Monterrey; y en el proyecto El Tianguis de las Letras. Fue finalista del concurso Primavera Eterna, en la ciudad de Madrid, España. Participó en el IV Encuentro Nacional de Poetas, realizado en Zamora, Michoacán. Ha escrito ensayo, novela, teatro, poesía y cuento.

 

ESCRIBES PORQUE NO HAY MUCHO QUÉ HACER.
Porque a nadie le interesa escuchar
el sigilo del caracol que en las noches estalla,
ni a las hormigas que vuelan por defectos de naturaleza.
Porque nadie te entiende
o porque no tienes nada interesante qué decir.
Porque lo baboso de las pestañas no se quita con un puño de arena.
Callas porque sabes que el silencio también muere,
porque todas las cosas las envejece el tiempo
porque por más pequeño que sea un latido,
también algún día dejará de hablar.
Escribes porque buscas la inmortalidad de tus labios,
el roce tinto de una boca que no es tuya.
Porque vienes a coser lo que no has encontrado sobre el papel.
Escribes porque buscas un adiós sonoro, similar a tu alma.
Un adiós que te duerma la piel,
sólo que ese dormitar no se encuentra en versos.
Escribes ágil el goteo de todos los rincones de la tierra.
Alado tu cálamo incinera los oídos de las sirenas marchitas dentro del mar.
Escribes lo que no puedes encontrar,
lo que no es tuyo,
lo que mataste, lo que amas y matas.
Escribes porque no puedes estar solo
en este carnívoro espacio que devora tus entrañas.
Necesitas a alguien que apruebe tu manera de ser,
que cauterice tus labios a su corazón.
Escribes el olor de la muerte,
el museo que guarda los rasgos de su rostro en vida pasada,
la pus de las estrellas que cuelgan de las paredes de la noche.
Escribes con los ojos llenos de aire y la mano marchita sobre clepsidras.
Escribes el ardor que te provoca el saber que un lobo y una mariposa
no se explican de la misma manera:
Escribes cómo aúlla el capullo de una mariposa
y cómo se abre el aullido de un lobo que muere
y cómo de sus cenizas nace una hiena de hielo.
Te da miedo hablar
porque de filosofía no sabes nada.
Porque escribes al que pronuncia tu nombre y tu ahora.
Y si pudieras colocar un punto final sobre un parpadeo de Ariadna
te nombrarías Teseo para encontrarla cada noche.
Escribes porque no quieres perder ninguna palabra,
Porque entre suspiro y llanto,
un cuervo osado arrebata tu historia de la mente cansada.
Dice el cuervo: ¡Nunca más!
Es la Luna y nada más.
Escribes porque a veces tus huesos se hacen vino,
y no encuentras manera de frenar lo poco que tienes:
un cielo fatigado por el veneno de un cangrejo.
Y las alas se cansan,
y el dolor se cansa
y escribes, aunque te cansas,
de rosa azul que dilata la opresión del tedio.
Escribes los días más felices en que te haces delfín
y frunces el ceño como albatros de carne y hueso
y de cuando en cuando posees lombrices
que después de comerlas, olvidas.
Escribes los días en que eres Thor.
En que sacudes tu cascabel y besas la frente
de una triste caricatura.
Escribes el penoso deber de atravesar todas las noches Estigia,
de dirigirte cotidianamente al canto de alabanzas,
de regalar cantos de súplica.
Escribes tu andar debajo de la lluvia de palabras falsas,
el encender un foco únicamente con la mano,
literalmente, con la mano, sin cuerpo.
Escribes el lugar de las garzas, el lugar de la blancura.
El lugar en donde el olvido
se hace escarabajo.

Entreabierto
Al hombre de la mirada color herida
Homenaje a Sabines

UN OJO, UN LABIO, UN CORAZÓN.
Ningún latido. Mi mano, un ala.
La ausencia, como siempre, y yo,
con hambre de compañía,
una taza, un café.
Hay muchos fríos afuera, en todas las esquinas,
y al final del tiempo, Él.
Hay manecillas de agua, alma de tierra,
pájaros estáticos en el cielo,
pájaros durmiendo a medio vuelo bajo el cielo.
Aquí, no hay nadie.
Me falta alguien.
Mis lágrimas desde hace días quieren llorar
bajo un párpado.
La noche es corrugada. Contra la pluma, el papel
lento como el tigre
muerto se arrastra.
Ese hombre y yo estuvimos pegados con tristezas.
Sus labios sobre mis muslos
y mis labios dentro de sus ojos.
Nos matamos varias veces,
muchas veces morimos
nos gustaba morir
al pie de la lluvia.
Recuerdo que olvidé su nombre,
su piel encarbonada,
su transparente
e infiel corazón.
Recuerdo que tiene un metro cincuenta y siete
de alcance con los ojos verde aceituna,
que en lugar de boca, tiene tatuados algunos nombres.
Y siempre,
entre los corazones, había mucha distancia.
De su pezón a mi pezón, había una mujer.
De su nombre al mío, el mar.
Yo sé que lo quiero
con sangre escarmentada,
hasta la última lágrima de la última catarata.
hasta el último aleo de mi último verso,
también cuando el alma no sea completamente alma,
Es importante querer con precisión.
Desamparada la noche, de nuevo vuelve.
Mi tabaco sufre de insomnio.

Instrucciones para recordar
Homenaje a Cortázar
A ti, por ayudarme a recordar

GENERALMENTE SE COMIENZA CON UN QUEJIDO MUY PEQUEÑO que proviene de la parte más interna del corazón, la que suele doler cuando en un suspiro se nos arranca la memoria.
Para recordar sólo es necesario precisar un momento, un instante, un lugar determinado. Cerrar los ojos con mucha fuerza o dejarlos abiertos pero siempre voltear hacia arriba, hacer un gesto infantil, tener los puños cerrados pero totalmente relajados. Luego viene que la frente se medio arruga, es normal. Recordar es arrugar el presente para ver hacia atrás. A veces el cabello cae, cuando no cae es porque las lágrimas no han dejado paso al cabello. Puede que salgan flujos nasales, para eso sólo es necesario tener a la mano un kleenex. Sin embargo, puede también que salgan flujos de risa por los poros y, entonces, es necesario tener una cámara a la mano porque pocos recuerdos nos harán reír. No es necesario vestir de tal o cual manera porque para recordar basta tener la piel y esa parte del cerebro que guarda los fantasmas. Tampoco necesitamos una posición. Es normal que aparezcan frente a nosotros nombres, calles, números, labios, todo aquello que merece guardar el alma. Lo único realmente necesario es el lenguaje, el idioma inolvidable de la añoranza: el silencio.

Tiempo estimable para recordar: una eternidad.

Inmóvil agua

GOTEA.
Gotea la caída.
Gotea la caída.
g
o
t
e
a

Te reflejas.
Y no puedes dejar de mirarte.
Te ves en ella.
Y el agua te contradice.
*
¡!

Se mueve el botón del río

No hay nada de naturaleza a tu lado.
Sólo el frío paisaje que te congela.
Y gotea.
*
Tu pecado fue no haberme tomado.
Ese día, el agua estuvo seca.
Todo fue como la caída
Como el goteo continuo del agua
el golpeteo de los cuerpos
el huracán en los labios
las miradas que no se encontraron nunca

Como el líquido que se parece a ti
y te nombra
y se fuga
y se corre
y te corres

y se equivoca
*
Te esfuerzas en no ceder
en no ser agua evaporada.
Y el goteo te toma
se hacen uno
te toca
Bebes la ternura embotellada
bebes los cuatro años, cinco meses, siete días, ocho horas, cincuenta y seis segundos
las quince páginas, doce tomos, mil doscientas cincuenta y tres palabras
*
Tantos puntos suspensivos que dan miedo
*
Y el agua continúa intacta
más forjada que la ira
que todo aquello que guardas
crucificada estás con el agua.
Tiembla tu imagen en el borde del río.

ADAÍ ETCHEBERRI

N
ació en 1980. Estudiante de la licenciatura en letras hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Cinco años de residencia en Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco. Participante en taller literario y revista Memoria de la Voz.

 

Poemas para pasado mañana

DESCALZAMENTE CAMINO EL COLOR DE LA OSCURIDAD
Voy dejando una que otra huella que permita después atravesar mi voz la palabra
y este oficio en que se encuentra el sonido
perplejamente
con el luto que me acompaña en la eternidad del camino
grabo la voz del sueño el indefinible aspecto de la otredad de las cosas
la concupiscencia del verso la mortandad de la prosa su lecho mal hecho el acecho de los precavidos
enigmático signo
lleva conmigo la profecía de un ademán siniestro
corre y vuela por donde la luz se lo permite
nada le estorba
todo se mezcla y confunde con la rareza del sueño

Pasa corazón
Pasa
deja tu voz inolvidable la noticia sin velo la palabra en su raro rato de amarga sufriente y adolorida
dale pan al desnudo techo al sediento agua al que no camina
fuma eternamente la luna providencia inaudita casa de no me olvides tela de emperadores sonaja de viento nebulosa marcha
Domingo en que resucito.

La patria

ES UN SOLO PARA GRITARSE A SÍ MISMO
al otro que sin verse es el yo atrapado
el típico pase al edificio del lado izquierdo
anote su nombre
y espere a que Dios arregle sus problemas
y no nada es así de sencillo
ni siquiera el despertar tranquilo cotidianamente
despreocuparse por las pendejadas de la tierra
hacer que nazca la existencia
en la forma que sea a la hora que tiene que ser
saber que esperar es de sabios
y seguir trabajando como precavidos
porque el Reino se forja en este momento
y no es verdad que exista tal infierno
Blasfemias
que la Santa Inquisición queme mi cuerpo Herejía nocturna
Hacer el amor también puede resultar delito
y nos desvestimos por el simple gusto
de reconocernos
Desnudamos a las palabras
nos entregamos con el ritual de las letras
y parimos poesía con cara de protesta
porque el amor es lucha
y toda poesía es hostil al neoliberalismo.

ANTONIETA BETHSABÉ ORTEGA CALDERÓN

N
acida en 1981, septiembre 23, 2:45 a.m., en Guadalajara. Mi nombre significa promesa, yo no supe lo que significaba hasta que tuve diez años y presentí la amenaza de la que vive conmigo. Soy la mayor de tres hijas y la única de mi familia que la ha visto. No hay palabras para ella (son ella), es como cuando miras directamente al sol y la belleza de tal percepción saturada en un instante te ciega y multiplica a la vez, ella es mi promesa. Tenemos una relación: ella en mí y yo en busca de ella. Me obligó a entrar en la carrera de Letras Hispánicas. Pero ella no era del todo feliz. Tiene delirios mesiánicos y me uní a El viaje, para encontrar a otros que la conocen e intentan describirla. Yo no soy ambiciosa, nadie sabe qué hacer con algo así, sé que la pitonisa ha hablado: hay una promesa.

 

Guía en taxi

LAS PANTALETAS NEGRAS, CAEN
vuelan a la ventana en destellos metal
el niño que equilibra al aire las naranjas
recibe en pantaletazo en la cara
y herido
arroja al suelo la sombra húmeda.

La nariz del perro, busca
y montada en el hocico adquiere 4 patas
toma un taxi, viaja a
96 pulgas
48 pelos
24 gotas de saliva animal por km.

Un hombre maduro, ofrece
su artesanía bajo demanda y oferta
y la experiencia asiente al caos
y juega a la doble moral comercial

Un ciego a ciegas, palpa
el muro frío del teatro
y los dedos encuentran la filarmónica
y apaga los claxon
los humos
los besos homosexuales

Una mujer discrimina basura, encuentra
un reloj que marca las 12
hora en que se detiene el taxi roñoso
llega a lamer piadosamente
a los 6 hijos
3 desnutridos
3 acocándose el cráneo en inhaladas

Alguien que se empeña en olvidar, observa
desde la ventana corrosiva, todo
tres juegos de papel-moneda, deposita
y amargamente
pantaletas negras, caen.

Habitación

ME ENFRENTO A LA DEVASTACIÓN DEL INVISIBLE PASO CANSADO,
Las paredes ya no me hablan de las hojas rotas del naranjo,
Mis cabellos no se posan en el precipicio urbano del balcón
A escuchar las historias morbosas que susurra el viento,
Ya no bailan con sus loas hechiceras de libertad. Devastación virginal.

Ahora me acurruco sobre la costilla del atardecer
Donde los pedacitos de abandono no me devoren por completo.

Ésta es igual a todas las mañanas, también se despertó:
Primero el sol, luego los gallos, luego mis vestidos, muy temprano debajo de tu mirada
Que me recogía el pelo, amordazándolo para que no rezara
A las cuatro. A las doce. A las nueve...
Lloré silenciosa tu condena empequeñecedora
Hasta que te vi sonreír en un minúsculo beso
Que me besó el dolor de cuerpo entero;
Desnuda ahora de tu sueño, sobre tu cabeza
Arrancando la alfombra rala de tu pelo sucio para trabajar
Bailo de tu imaginación lujuriosamente inocente
Me derramo: miel blanca hasta tus zapatos
Nado sobre las montañas tupidas de rocas y tristezas de tu cuerpo, provoco la ira.
Un sobresalto que me sacude el abandono

Cierro la puerta sin tiempo y dejo ahí tu nombre en un papel,
Dejo esta habitación derruida por las hormigas amantes
Embotellado en un óvulo que
naufragó al inodoro.

Joaquín

LACERAR...

ese Joaquín, gnomo
agónico envejecido del sueño filológico I,
era lacerar.

Cómo Joaquín
me despiertas temprano por tu cocodrilo
cuando te lacera latinizando tu estudio

Días, Joaquín

otro día yo...
yo marea, yo etérea, yo volaba
me paseaba sinfonía de tu espacio
detestando tu dedo tembloroso
de musas inasibles

otro día los nombres
en otra vida, todos mis nombres
promesa,
me lo explicó Joaquín
igual que lacerar
dormida

otro día ruedas
de mis manos escaleras te exilio
por enfermarme tantas veces
ruedas y te rompes

Joaquín con su voz terrible lacera mi sueño
Yo moribunda de cocodrilos
No soy más la séptima
( ni tu hija)

Joaquín, quedamos a mano en tu caída

MARCELA MORENO

U
no de los heterónimos de Fernando Pessoa dice que en su vida sólo pueden encontrarse dos fechas, la de su nacimiento y la de su muerte, y todos los demás días son considerados como cosa suya; y así, dentro de ese mismo espíritu de brevedad y sugerencia, yo puedo decir lo mismo.
Soy una mujer zurda que nací en Zapotlán el Grande, en 1982, pero formo parte de Michoacán pues allí crecí y me sentí conectada con el mundanal (en realidad no soy de ningún lugar en específico). Pertenezco a aquel lugar por donde están los cerros, allá donde hay muchos palíkaros de muchos colores y donde “Cero Bracero” me inventó (el primer poema que parece que salió de una pared escarbada).
Michoacán, vértice: huellas de mis razones.
Después, de nuevo, Zapotlán, lugar de pausas (en mis regresos), me despertó al mundo, me despertó para unirme a él y formar un solo ser de agua, de sonidos, de fines... Me enseñó a ver trasparencias y a través de ellas; llenó mi piel de poesía y de ansiedad perenne para envejecer con ella.
Después, Guadalajara. Verde sobre verde. En busca de la humilde Ítaca. El breve placer de la antropofagia. “I’m the enchanting wizard of rythm”. El mundo duerme junto a mí.
¿Qué más? Mi vida no es emocionante, recuerdo los días que pasan como árboles, como bigotes de gatos y de repente se me olvidan; es imposible fingir que llevo rastros de cada una de mis veinticinco mil caras. Esta niña definitivamente es cada vez más desparpajada y vieja.

 

Eloge

SOY UNA MUJER HERMÉTICA:
Veo pasar frente a mí
Balas enloquecedoramente ciegas;
Los muros fríos y húmedos
Logran conmoverme.

Soy una mujer zurda:
El susurro gélido del silencio
Lame lascivamente
Las plantas de mis pies;
El hombre
Que ahora yace inerte a mi lado,
Recrea atardeceres en los lugares por él mismo creados.

Soy una mujer diestra:
Subo escaleras interminables
Y al llegar
Desciendo para volver a repetirlo,
Me enternecen los ciclos,
Aunque soy cada vez más desparpajada y vieja.

Sí, definitivamente
soy una mujer hermética,
pero me parece de buen gusto.

Zurda I

LA MUJER ZURDA NO OPRIME,
no absorbe,
no marca territorios,
ni siquiera encuentra pedazos de mundo
en la estática del movimiento.

La mujer zurda
se encuentra antes del amanecer;
está atada con soplos de ausencia,
y observa,
sólo cuando lo desea,
asfixias temporales.

En el interior de sus escasas voces,
ella vuelve,
ignora.

Epítome

EN LA MANO,
los tres puntos cardinales:
yo y aquí;
en los dedos,
la puerta que abre:
blanco sobre blanco;
en la izquierda, pues,
el reforzamiento:
lugar exacto de contrastes.

Entre los dedos de la mano izquierda:
árbol,
ubicación,
aliento
(a veces entrecortado, otras reiterativo),
ramaje y geografía oral.

En el lugar no mencionado,
tres puntos cardinales:
el vértice y detrás de él.

XITLÁLITL RODRÍGUEZ MENDOZA

N
ació en Guadalajara, Jalisco, el 15 de octubre de 1982. No tiene ojos tapatíos pero piensa que el delineador se los agranda considerablemente. Le conflictúa el no saber si su nombre se pronuncia sitlálitl, shitlálitl o jitlálitl; y, por si fuera poco, le gusta que le digan Sisi.
En octubre de 2001, ganó el Premio de Poesía y Cuento del ITESO, en la categoría de poesía y ha publicado algunos poemas en revistas locales como Luvina, Periplo y La Raíz de la Voz. Dice que cuando sea grande quiere ser poeta.
Colaboró en el periódico Público y actualmente estudia la licenciatura en letras hispánicas en la Universidad de Guadalajara.
Antes de morirse quiere ver un sauce.

 

HOY EL MUNDO DESPERTÓ
con los sauces hinchados de vergüenza;
con la savia trágica modelando la orfandad de las orillas.
Hasta la muerte es imprecisa al pronunciarse
pero su hiedra nos escama en toda nuestra amplitud, diminuta
El sauce aún se lija las entrañas en el río,
bifurca el rigurosos bocado de luz
y lo estila en la sombra infranqueable que exige su oficio
El sauce espera y se aletarga
Sueña que huye en la estampida del viento
El río lame con aguas viperinas
el estallido de legiones verduscas y aves
que se constelan para ilustrar
las dudas de los esperanzados.

SOY ENFERMA QUE RESPIRA LA MOSTAZA DE LOS DÍAS
Tersa me regalo a la amplitud del seto;
y en el jardín fecundo del exterminio perpetuo
no me conozco hierba o raíz
Soy enferma en la hora guillotina de la anunciación nocturna
hora blanda
úlcera de luz en el costado del tiempo
Soy enferma de seminal nombre
víctima rústica en la sintaxis del viento:
idea que se pudrió antes de madurar al fruto
Soy enferma y final
\un helecho crujiente en las manos de un niño/

CUANDO LA NOCHE SE HACE EN CAL
lo mejor que puedo hacer es abrir la boca hasta escaldarme
Escribir una vela
Pensar que soy sola en la punta de un lápiz
Jugar a asfixiarme con la brutalidad de un cabello
A veces intento levantarme
pero nunca alcancé el piso
mis pies se bambolean
entre las mielas malsanas de la gravedad.
Algas y gusanos esperan mi caída
Pero entre la cal poseo sílabas no cuajadas
que se pronunciarán hasta la esquizofrenia de los astros,
y entonces sabré mi nombre y oraré desde el polvo.

Y AL FINAL DE LOS MIEDOS
el tiempo ha llegado.
Oigo su nombre lento
llover en arena
hasta formarnos dunas en los ojos.
Robles caminamos
en la algarabía frondosa de la ira;
permanecemos intactos midiéndonos las ramas y raíces
cada hoja más profundas
cada sol más condenadas
Y el hambre se traga al mundo
y esperamos, esperamos...

FERNANDO CARRERA

F
ernando Carrera (o Carlos Fernando Estrada Carrera, como se le conoce en el registro civil) es originario de Guadalajara, Jalisco. Nace el 18 de febrero de 1983 y a los ocho meses de nacido su familia se muda a la ciudad de México, donde radican por quince años.
Desde hace cuatro años vive en Guadalajara, y es aquí donde comienza su encuentro con la poesía o como él la llama: “Su único vicio y primera necesidad biológica”. Un viaje de un mes por Sudamérica, a finales de 2001, viene a confirmar en su persona este sello de identidad y de existencia.
Gran admirador del silencio, ha publicado algunos poemas en murales, gacetas y en la Revista de la Universidad del Valle de Atemajac, donde actualmente estudia. Ahora, a sus veinte años, encuentra en esta Antología una nueva y única oportunidad de expresar y compartir su visión (tal vez no muy exacta, pero propia) del mundo.

 

La estupidicienciadizadera
A Ignacio Delgadillo

LA RAZÓN DEL BLANCO
es el negro que se pierde.

Pérdida de luz
de no sé qué ceniza.

— Ay sí, si los incendios
de tu memoria no dejaron
huella en la saliva
gastada de los intelectuales —

Rimbombantes resúmenes
de la realidad indescifrable
diseminada
en sonidos de humo
y en la persecución de la cafeína.

—”A la víbora, víbora
de la mar, por aquí no han
de pensar”—

Círculo semivicioso
de los amigos que tratan de ascender
la torre de Babel que es la existencia.

Panteón de Belén

I
QUÉ MORTANDAD TAN PERTURBADA.

Es la lluvia que siembra su caída
en la piedra que reposa
y dentro de ella, el polvo que se hace polvo
sin tiempo, sin recuerdo
de epitafios mal escritos
en el hierro.

Una humedad inextinguible
(olor de múltiples orígenes)
precede a esta población de lo extinguido.

No sólo el silencio. Aquí no sólo el silencio
sino también la palabra ahogada,
la incalculable espera,
la célula que sufre su ansiedad vertiginosa,
la piel que respira el beso de la tierra.

Es la sucesión de los signos en el abismo del rezo,
la muerte abierta al turismo de la ausencia.

II
REGÁLALES TU MIEDO,
el gesto impasible ante su sola presencia.
Escucha lo que predican los órganos
de este pavoroso paraíso.
Desarma tu minúscula sombra
en la ecuación más indescifrable
de la geometría de la tristeza.

Cae
abandonado
abajo
caído
desarmado
decaído
cae
cae
el cielo
el cemento
la realidad
cae
ante el abismo
del minuto
ante la fosa
abierta
cae
no duermas
cae de ojos
de alma
bien abierta
es la catarata
repentina
cae
cae
no duermas
en el fondo serás la tierra que germina,
en la tumba llanto de menguada tormenta.
Es el reposo de la muerte una pregunta interminable
que sólo la muerte contesta.

ABRIL MEDINA CARABALLO

N
ace en Guadalajara, el 22 de marzo de 1985. A temprana edad tiene estrecho contacto con el mundo del arte. El ambiente familiar del que se ve rodeada le permite convivir con artistas, exposiciones, conciertos y representaciones teatrales, convirtiendo en juegos infantiles su desmedida pasión por la pintura, el teatro, la música y las letras. Desde niña memorizaba con facilidad los parlamentos de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca o La cantante calva, de Eugenio Ionesco al acompañar a su madre a los ensayos y puestas en escena de diversas compañías teatrales de Guadalajara.
Empieza a escribir poesía, drama y cuento a la edad de seis años, pronto participa en la revista comunitaria de la colonia Chapalita. A partir de los doce años, después de un viaje a Europa, que realiza en compañía de pintores y escritores, toma plena conciencia de su vocación artística, regresando con la firme convicción de dedicarse a las letras con absoluta disciplina y seriedad. A invitación de la actriz y directora teatral Alicia Yapur, ingresa al taller literario del escritor jalisciense Gabriel Gómez López, donde se integra rápidamente y pronto participa conjuntamente con los miembros más destacados del taller en una lectura de poesía en la XIII Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) a invitación del Fondo de Cultura Económica en 1999, y un año más tarde por su destacada participación es nuevamente incluida dentro del programa de lecturas del mismo taller en FIL 2000. Actualmente cursa el Diplomado de Literatura en Escuela de Escritores SOGEM de la ciudad de Guadalajara. Participó en el calendario 2003 de Carmen Bordes.
Hoy en día su producción literaria se acerca al millar de poemas y cuentos cortos.

2

EL SILENCIO VISTE DE NEGRO
insondable en las ruinas permanece
esta noche beberán de su copa
hasta quedar ebrios
en la sangre de Dios
seguro festejará también
desde su escondite
viéndoles manchar el
suelo con la tinta de sus muertes
cuando tal sea la situación
que intoxicados y enfermos
vomiten cáliz
a tus pies
señor
amén.

3

VAS DESLIZANDO TU MANO
hasta tocar la yaga en el sexo
esta noche la sangre
se volvió cristal
y tu sonrisa despidió una lágrima
la almohada vomita sudor en su frente
humo que despide el tabaco
obscureció el espejo.

7

ESTE DÍA SEGUIRÁ LLOVIENDO
mañana tal vez calme la tempestad
o me absorba la noche
y ni siquiera lo note
quizá me toque hacer el juicio esta vez
o me levante temprano
acomode el tiempo cronológicamente
para seguir durmiendo
sobre la acera mojada

11

TE ESCUCHO SORBER DE LA CUCHARA
las últimas palabras
que serví en la mesa
y pervivieron a tu indiferencia
algunas las tragaron los sarcasmos
otras se perdieron en la letanía.

14

DONDE SE PLIEGA EL SUEÑO
y se transforma en carne
una parvada de años
ha elegido anidar
donde se eriza la mácula de memoria
cuando acaricia la piel del tiempo.

PALPITACIÓN UCRÓNICA
lleva el péndulo que nos rige
reptas en mis órganos mentales
¿De qué naturaleza extraña
es tu sexo
que también hace jadear al alma?

EL PÁJARO HA ROBADO MI SOMBRERO:
postrado en el hombro del piloto,
se siente más tranquilo,
mientras pueda vigilar el vuelo.

CORRE POR LA CIUDAD EN ECO,
toma una piedrita con todos los dedos,
como saben hacerlo los niños,
y con la fuerza que su bracito puede darle
es lanzada al cielo una y otra vez
hasta que roto cae el globo
la pelota lunar
Regresa a casa con los trocitos en la camisa
que se ha vuelto canguro.

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